Todo el mundo lo dice: “Juan es un
hombre bueno, honrado e íntegro”. Todo un super papá. Juan está felizmente
casado con María y tiene tres hijos: Joaquín (16 años), Raquel (15 años) y
Manuel (14 años). Juan es siempre puntual en su trabajo. Bueno..., casi
siempre. Algunos lunes se pone “enfermo”. Sus compañeros le creen, porque Juan
es un hombre bueno. Suena el teléfono. Su cuñado ha tenido un accidente. Juan
toma su coche para llegar pronto al hospital. ¡Vaya, la salida del garaje se
encuentra taponada: una furgoneta se halla descargando!
– Apártese, que tengo prisa, dice Juan.
– No se impaciente, hombre, le responde el
conductor de la furgoneta.
– Tengo mucha prisa. Apártese o llamo
a la grúa.
– En seguida terminamos, hombre.
Juan llama a la grúa. Multa y todo lo
demás. El conductor grita:
– ¡(una palabrota)! Juan no replica.
Juan cree que las normas están para cumplirlas, y son normas para todos. A
Joaquín, el hijo mayor de Juan, no le gusta el fútbol ni el baloncesto,
prefiere
entretenerse haciendo
colecciones y trabajos manuales en casa. En su clase, lo más “in” es ser hincha
del Real Madrid y ver los partidos de la NBA. Un día, en una discusión tonta,
un compañero le dice: “eres un tío raro, no hay quien salga contigo”. Joaquín
se siente dolido. Piensa que aunque no le gusta ir a jugar al fútbol, estaría
encantado en quedar con sus compañeros de clase para ir al cine. De regreso del
trabajo, Juan entra a comprar tabaco. Deja el automóvil donde puede. ¡Cómo está
la circulación! Llega por detrás un coche y comienza a sonar la bocina.
– ¡Apártese, hombre, que molesta!
– ¡Un poco de paciencia. Que ya voy!,
responde Juan.
– Apártese, o llamo a la grúa. Juan
escucha la amenaza. A Juan le duele. Él es un hombre comprensivo con los otros,
y le duele que los otros no sean comprensivos con él. Manuel, el menor de los
hijos de Juan, es llamado “marica” por casi todos los compañeros de su clase
porque tiene modales que parecen “afeminados” a los demás. Manuel se enfada y
contraataca insultándose o pegándose. La cosa empeora. Juan ha sido citado
a las siete de la tarde por el
director del colegio. Son las 9:30 cuando el director le recibe.
– ¿Sabe Ud. qué hora es?
– Sí, las siete y media.
– ¿Cree Ud. que tengo el tiempo para perderlo?
– Discúlpeme, no he podido...
No valen las disculpas.
¿Qué seriedad enseñan Uds. a los
alumnos, si Uds. mismos son los primeros que no cumplen? Para Juan hay que
predicar con el ejemplo, incluso en los pequeños detalles. María, la mujer de
Juan, es militante política de un partido de derechas. Hoy en el trabajo,
discute con varios compañeros y uno le suelta: “tienes una facha asquerosa”.
Ella le responde: “y tú un comunista endemoniado”. Juan está enojado por la
poca tolerancia que hay en algunos ambientes de trabajo
Respondemos
a las siguientes preguntas:
1. Es coherente Juan en todo momento?
2. Qué posibles prejuicios hemos
descubierto en el texto
3. Y qué comportamientos intolerantes?
4. Cómo se debería afrontar cada
situación intolerante del texto aceptando las diferencias?
5. Pasando a la vida real, enumera
tres situaciones de intolerancia con las que te has encontrado en tu entorno
cercano y sugiere propuestas para resolverlas.
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